La vida mantiene su curso; invariable, constante y siempre lleno de
sorpresas… Tanta gente preocupada por vivirla bien y por bien vivirla, quiero
decir con mucho y quien mucho quiere, mucho necesita… Yo, yo no necesito tanto,
no quiero tanto, pues hay momentos en que te das cuenta, que la verdadera
felicidad no viene de la riqueza material, “la vida está llena de colores” como
dice Jota.
Yo no tengo dinero, aunque no gano mal… pero mi conciliación mensual se
inclina siempre a negativo, en total son 6 cifras del lado que no es… No tengo
un buen vehículo, es un toyota azul mate del 97, que se llama “Mariano”; es
tuerto aveces y si paso por un hoyo, le suena el alma y se calla el radio.
El dinero no me daba para una cena lujosa, a la orilla del mar, con una
luna llena y cena; ni violines o si quiera un piano o un Don Perignon en la
mesa… No, no me daba para siquiera soñar
con algo que no se esperara; así, como llenarle los ojos.
Ni siquiera podía comprar un anillo cursi… Sólo podía comprar lo que me
permitiera mi alcancía de $25 que con 8 meses no se llenaba. Pero me dio
para comprar el que más me gustó…
Sí, la vida da muchas vueltas, porque así tan precario como improvisado, a
la orilla de un río, mientras se ponía un sol deshidratante, con un vino rosado
medio tibio, el zumbar de los mosquitos ambientando y Mariano en la orilla, con
un solo ojo, a la espera…
Ella dijo que sí…
Y yo… Yo soy feliz.
...Cø¥ôTë...