Mi Canción

lunes, noviembre 21, 2011

De Hombre a Streeper, mala idea...

Yo sé que anteriormente, había hablado de los trabajos que los hombres podían o no hacer. En ese entonces, no mencioné los Streepers, porque no sé, como que aún no toy seguro si batean pa lo do lado o no... Pero a raíz de un relajo que le tenía a una compañera de trabajo, haciéndola pensar en qué pasaría si otro compañero le hace un streeptease; se me ocurrió que no todos los hombres dan para eso. Pues imagínese, un hombre ya con cierta vida dentro de lo normal, que por razones económicas, tenga que meterse a Streeper; este sería más o menos el escenario.

Tomando en cuenta, que es un hombre común y corriente, que está en malandria, no es verdad que lo van a contratar en un club, o en una compañía de escorts. Así que va a tener que poner su negocito en medio de la sala.

A falta de efectivo para la elaboración de un tubo, con todas las de la ley, digamos que lo hace a partir de un palo que se encarga de emparejar a cuchillo limpio; le pone un plástico rojo a un bombillo y un carajito en una esquina con una linterna, haciendo los efectos de flash. La música sería un toca casette que cierra con un papelito y una cinta con los éxitos de los primeros años de Luis Vargas: La Maravilla, El Zapatero, El Cepillo y No hay más madera; de Blas Durán: Pelando pa que otro chupe, Mami llegó tu motorista, Que bien lo hiciste y Consejo a las mujeres. Para las más exigentes, entonces sería la colección del Buqui y par de éxitos de Aventura.

La vestimenta, serían unos pantaloncillos manga larga, a los que les recorta las mangas, para que quede una tanga, una capa que se hace con una sábana y unos antifaces con materia prima de medias que ya tenían los hoyos hechos, unas botas de esas de goma que usan en construcción o recoger basura y una pistolita de mito, amarrada con un cordón de zapato a la cintura.

La apariencia, andel pipo! Bueh... como ya tiene par de años, criando una barriguita cervezera, eso no se puede esconder a la hora del despelote; así que una hora antes del show, se amarra una parrilla de estufa en la barriga, hasta que se le marquen los surcos que van a delinear el abdomen, por la próxima media hora; para que los calzoncillos no se le enreden en los pendejos anales, se tiene que rasurar el culo, casi a diario; salvo cuando la irritación no se lo permita; pero de todos modos, tendríamos un fullín de mono, pelú por los lados y colorao y pelao en el medio y como no hay cuartos para comprar más indumentaria, ya sabrá a lo que huele el tirito de la tanga, a la hora de tener una narga velluda balanceándose frente a sus narices.

Dios cuide al pobre infeliz de que en una de sus maromas en el tubo, se encuentre una astilla que le haga un piercing en el escroto, porque el lagrimón que se deslizará por sus sudadas mejillas solo va a ser disimulado por las tantas lágrimas, previamente expulsadas a razón de que bailar en un tubo se hizo pa mujeres, que no tienen féferes externos; a la tercera noche, el hombre en cuestión ya no sería capaz de tener hijos y la vocecita nadamás servirá para hacer el doble de Romeo, en las canciones de Aventura.

Entonces, definitivamente, no es un trabajo para hombres ya maltratados por la vida; que lo más que puede dar son golpes de barriga (literalmente) subir al palo y bajar como bombero y bailar con una mujer, el tradicional baile de los 80's de la mecedora; que era todo lo que el dominicano podía hacer cuando se escuchaba (música americana). Mejor que se ponga a mendigar, pues si algo consigue en esta actividad sería la misma limosna obtenida por el deprimente espectáculo.


Pd.: Imagínese esto, blandiéndose frente a usted, amable lectora...

...Cø¥ôTë...

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