Mi Canción

lunes, mayo 09, 2016

Otra y van 2 [Segunda parte]

 
[Para leer la primera parte, haca click  punche con e dedo... aquí]

Cometí el pequeño error de irme en el asiento de adelante del vehículo, lo que supuso un dolor insoportable los primeros 35 kilómetros de camino, pero ya llegando a Santiago, mi adorado Tylex [marca registrada] empezó a hacer efecto y ya no sentía nada.

Llegamos a la clínica y fuimos normalmente por la emergencia a solicitar un camillero de esos que generalmente llevan sillas de ruedas; nos dicen que demos la vuelta por la emergencia de adultos y esperemos ahí; mi hermana y exposa que me acompañaban se aliviaron porque por esa entrada había mucha gente en turno; así que dimos la vuelta y me suben en silla de ruedas, cruzamos por medio de toda la emergencia y me sacan de nuevo a donde están los turnos… yo hubiese imaginado eso y entro dando gritos para que me dejaran adentro.

Ahí esperamos pacientemente el procedimiento de emergencias más tonto que yo he visto… haces turno [con numerito y todo] para el papeleo del seguro, entonces llevas eso a otro escritorio para que te pongan en turno por orden de llegada, ahí atienden a todo el que estaba primero, ya sea porque se está muriendo o porque le duele una uña… llegado mi turno, me envían a Rayos X, para retornarme nuevamente a la sala de espera; entiendo que dada la naturaleza de la lesión, se podía ir dando ese paso.

Voy para rayos X acompañado de un camillero que tiene mi apellido que por casualidad es el mismo de mi exposa, por lo que considera que somos hermanos, mientras mi hermana pasa a ser mi esposa al entender de los doctores que no ven los mismos apellidos, dado que tenemos diferentes padres. Una vez tomada la placa me quedo esperando que me la entreguen cuando el camillero me explica que están tan modernos que ya eso lo deben estar viendo en emergencia vía digital.

Luego de unos 20 minutos en espera, me dice la doctora que aún no le pasan la imagen y que tengo que seguir esperando; mientras estoy sentado ahí, el pie va creciendo y los dedos tomando forma de salchicha jajá y color de uno de los actores extras de The Walking Dead. Al rato viene la doctora y me dice que tengo fractura en la base de 2 dedos, que le va a pasar la imagen al ortopeda de turno, que está en su casa y si considera que tiene que ir, entonces hay que esperarlo. En ese trote estoy yo, un softbolista con la pantorrilla rota y otro motorista con el codo fracturado.

En lo que llega el doctor, deciden ponerme un calmante, que aunque era subcutáneo, le pidieron al portero que por favor me condujera a uno de los consultorios para inyectarme; el amigo en cuestión no es muy hábil con el manejo de la silla de ruedas por lo que al doblar en la puerta estrella el pie bueno con la esquina, por suerte sin consecuencias dolorosas pero creando en mi una tremenda desconfianza de su manejo; por lo que de allá para acá vengo con el pie malo casi abrazado.

Por suerte el doctor no tardó demasiado en llegar y entro a consulta; inmediatamente me dice que por la hinchazón del pie, no me pueden enyesar en ese día, así que me van a poner una Férula que mantenga el pie inmóvil pero sólo por debajo. Cuando me acuesto en la camilla para empezar el proceso, notamos que una preciosa línea de sangre va bajando entre 2 dedos y cuando lo revisan, tengo un abierto aparentemente causado por el hueso; profundo, pero sin necesidad de sutura, lo único que hay que hacer es limpiarla.

Errr Pipo!!! El doctor separa los dedos y arranca con una gasa, como cuando uno se rascaba las mazamorras con una media; con un violento movimiento de serrucho empieza el tortuoso vaivén, una y otra vez hasta que consideró que estaba limpio; así que mi verdugo entonces me metió como 3 pedazos de gasa para retener la sangre, que ya no salía antes de el procedimiento de limpieza [o lijado, como prefiero llamarle].

Prepara el yeso, envuelven la pierna con algodón y antes de empezar, me retira el tapón previo y lo reemplaza con otro, procurando siempre, separar un poco más los dedos y ponerme los ojos vidriosos. Me pone el medio yeso, lo envuelve con 2 ligas y me dice que ya estoy listo; me da la noticia de que no debo apoyar el pie, que tengo que usar hielo por media hora cada 3 horas, retornar el Viernes, mantener el pie siempre horizontal y que no puedo trabajar por 30 días.

Estamos hablando de que ya son cerca de las 11 de la noche y estamos todos sin cenar, así que mi hermana y su esposo se paran a comprar y al preguntarme que qué quiero, lo único que me pasa por la mente, es una cerveza bien fría antes de comenzar los medicamentos… Llegamos a la casa, cerca de la 1 de la mañana y ya sé que no me van a dejar ir para mi casa, me resigno a quedarme donde matre y pasar una de las noches más dolorosas desde el año pasado, despierto desde las 4 de la mañana y empezando a descubrir qué otras partes de mi cuerpo fueron afectadas, me preparo a pasar el primer día de mi vida con un yeso, aprendiendo a usar muletas, caminadores, a pararme y sentarme, orinar o cagar y la odisea del baño… todo esto y mucho más en la próxima entrega de una historia que no espero que pase de 30 días... Salud!!


Continúa...


...Cø¥ôTë...

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