Mi Canción

domingo, mayo 08, 2016

Otra y van 2 [primera parte]

 
Hace tanto tiempo que no retomo este espacio que no sé si debería dar una explicación a no sé quién aún ande por estos lados revisando mis ocurrencias. Pero resulta que por cosas de la vida, alguien dio con este espacio y me contactó y dijo lo mucho que lo disfrutaba. Le dije como siempre, que ya tengo mucho que no escribo y que pronto pensaba retomarlo… He dicho eso tantas veces que ya ni yo me lo creía, así que me propuse realmente volver a retomar estas narraciones. Pero… de qué carajos voy a hablar? Del viaje al Salvador, de mi ex situación amorosa, de mi vuelta al Salto Anacaona, del accidente del año pasado cuando me abrí la cabeza?

Demasiadas cuestiones me llegaron a la cabeza, así que me dije… “No siapure mi querido coyote… antes de mañana, algo se le ocurre”… Para desgracia de mis gracias… así fue…

El pasado Miércoles 4 de Mayo del corriente año electoral y luego de tirarme al menos 4 capítulos de la serie House. [Veo tantos últimamente que ya me paro cojeando de la cama] Me dan las 8:30 de la noche y decido subir a cumplir con mi rutina de ir a cenar a casa de mi matre.

Mis hijos bañando a Trueno Blanco
Como recientemente vendí a mi adorado Mariano, solo me queda mi fiel corcel de hierro [plástico made in japan] “Trueno Blanco”, procedo a ponerme mi súper casco protector, mi protectora chaqueta de…. Algodón y mis Converse… Toda una armadura para evitar situaciones como las de hace un año [que no sé si narraré].

Y así salgo raudo y veloz mientras pienso en el camino que debo ir a jugar el loto, porque así me puedo comprar la casa donde vivo que me gusta mucho, voy recordando que ya está alto y van a ir soltando poco a poco, voy viendo las luces de las calles, las estrellas del cielo, el color del pavimento y la motorista que no me está viendo a  mi… ahí se juntó todo… vi luces, cielo, pavimento, motores por los aires, hombre por el suelo y por último estrellas, muchas estrellas.

El último rebote lo dio mi cabeza contra el pavimento y lo primero que hice fue agarrarme la cabeza y comprobar que donde estaba mi mano hubiera casco y no sangre. Comprobado este hecho, me fui a poner de pie y cuando apoyo mi pierna derecha, suelto una mala palabra que creo que tengo que ir a confesar. Entre la planta del pie y los dedos sentí que me habían metido un tizón. Me acerco a la orilla de la calle mientras escucho una voz familiar que me vocea… MELVIN, ESTAS BIEN!?

Resulta que el accidente fue con una querida amiga mía que se transportaba hacia su casa con niña en el motor… Con una vocecita como del Alfa, solo puedo decir…  “y fuiste tú?, están bien?” confirmado el bien estar de ellas; aprieto dientes, puños, ojos y asterisco para aguantar el dolor mientras se acercan los pasantes a asistir y preguntar si quiero una bola para el hospital.

Conociendo que mi debilidad ante el dolor pronto me dejaría sin sentido, les digo que si el motor arranca, yo me puedo ir… descubrimos que el golpe fue sobre la palanca de los frenos, que se torció y se metió debajo del estribo, bloqueando la rueda trasera. Para liberarlo, otro motorista le metió el pie y la enderezó y aunque el otro estribo estaba doblado, así arranqué lo más rápido que pude y llegué a casa de matre.

Entro el motor y subo a todo lo que puedo hasta la sala, ella se queda viéndome mientras cojeo y me pregunta que qué me pasó ahora [ya es costumbre que llegue estropeado] le digo que choqué en el motor, pero que no se preocupe, que sólo fue en el pie, que no tenía nada más. Como era de esperarse, se preocupó, pero al ver que realmente no tenía nada más; la atención de toda la casa se puso sobre mi adolorido pie.

Desato los cordones y saco el tenis, procedo a quitarme la media convencido de que cuando la sacudiera iban a caer por lo menos 3 dedos rodando; gracias a Dios lo único que se reveló al quitar el calcetín, fue un pie como con 17 moretones arriba, otros tantos abajo y 2 dedos casi transparentes, sin color.

En ese momento, mis hijos y sobrinos que observaban la escena, entraron en discusión sobre de qué color era realmente mi rostro… Verde! Gritaba uno, Amarillo! Reponía el siguiente… Blanco! Corregía el otro… a razón de mi matre fue que fui cambiando entre uno y otro.

Ahí vinieron las filosofacionancias sobre hacia qué centro de salud debíamos dirigirnos, si al público, al privado o salíamos directamente para Santiago y nos ahorrábamos la escala. Ganando la última opción y con un paracetamol de 750 funcionando, decidimos salir para la clínica Corominas, donde continuarán los aconteceres de este otro divertido capítulo de mi vida.

Continuará...

...Cø¥ôTë...

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